Por Valeria Colella 🇦🇷
La lengua es un organismo vivo que cambia con el tiempo y se adapta a los usos y costumbres de sus hablantes. La norma lingüística desempeña un papel fundamental al establecer criterios que orientan la escritura y el habla dentro de una comunidad. Sin embargo, en los países hispanohablantes, conviven dos niveles normativos: la norma panhispánica, promovida por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, y las normas locales que reflejan los usos lingüísticos propios de cada nación.
En Argentina, la norma lingüística presenta particularidades que han sido objeto de debate y estudio, especialmente en lo que respecta al uso de las mayúsculas y minúsculas. El próximo #EncuentroPLECA titulado Las mayúsculas y las minúsculas en la lengua española. La norma panhispánica y la norma argentina será un espacio para reflexionar y aprender sobre este tema.
La convivencia de normas: panhispánica y local
El uso de mayúsculas y minúsculas puede parecer una cuestión menor dentro del vasto campo de la ortografía, pero, en realidad, es un reflejo de cómo una comunidad concibe su identidad lingüística. Cada país de habla hispana adapta estas reglas a su contexto local. En Argentina, por ejemplo, ciertos usos que podrían considerarse incorrectos desde una perspectiva panhispánica son, en realidad, parte de una tradición arraigada en el código escrito vernáculo.
La norma panhispánica busca establecer criterios generales para mantener la unidad del español, mientras que la norma argentina responde a la necesidad de respetar las particularidades de los hablantes locales. Esta dualidad no debe entenderse como una oposición, sino como un complemento necesario para reflejar la riqueza y diversidad del idioma.
El papel de las mayúsculas y las minúsculas en la escritura
El empleo de las mayúsculas y las minúsculas no siempre es un asunto sencillo. La subjetividad, la premura o incluso el desconocimiento pueden llevar a inconsistencias en los textos. Además, existen casos en los que una misma palabra se escribe con mayúscula o minúscula según su función en el discurso. Estas variaciones no son arbitrarias, sino que responden a convenciones que facilitan la comprensión lectora y evitan ambigüedades. Sin embargo, en Argentina existen usos consolidados que difieren de la norma panhispánica, como la escritura de ciertos topónimos geográficos, en los que el sustantivo común que los define lleva mayúscula (ejemplos: Mar Argentino, Gobierno de la Provincia de Buenos Aires).
La preservación de las diferencias lingüísticas
La diversidad dentro de una lengua no debería ser vista como un obstáculo, sino como una manifestación de su riqueza cultural. En Argentina, el uso diferenciado de las mayúsculas y las minúsculas es solo un ejemplo de cómo el español ha evolucionado de manera particular. Estas diferencias no deben ser interpretadas como errores, sino como expresiones legítimas de la identidad lingüística de un país.
La charla de Liliana Velasco y Elisa Predassi Bianchi no solo expondrá la coexistencia de normas, sino que también permitirá comprender que la norma argentina es válida dentro de su propio contexto. La estandarización del lenguaje no debería significar la eliminación de las variantes locales, sino su integración dentro de un marco de respeto mutuo entre las diversas comunidades hispanohablantes.
Preservar las diferencias lingüísticas es una forma de proteger la identidad cultural de cada país. Como ya fue señalado, la norma lingüística en Argentina no se opone a la norma panhispánica, sino que la complementa al aportar una visión propia del uso del español. Reconocer y valorar estas diferencias nos permite comprender mejor nuestra lengua y enriquecer su desarrollo futuro.

