Me volvió a pasar

Por Sofía Rodríguez Barrios (Ascot Perú) 🇵🇪

Llega un correo electrónico. Son las 3.59 p. m. de un martes de diciembre. Me piden una cotización. Analizo. Calculo. Leo el texto recibido. Cuento los caracteres. Preparo el presupuesto. Son las 5.46 p. m. de un largo día. Envío el mensaje con un adjunto. Voy a la cocina por un café. El agua está por hervir. Suena el celular. Entra el mensaje RE: Presupuesto por corrección de texto académico. Me volvió a ocurrir, el cliente no aceptó mi propuesta. 

El año recién comienza; sé que enero es un mes difícil para el trabajo independiente en general y para el editorial en particular, pues las instituciones se están acomodando; además, muchas aún no tienen un presupuesto definido ni plan anual de trabajo. Es lo usual cuando se trabaja de manera autónoma; lo es también que entreguemos proformas que pasarán al olvido. Sin embargo, ese no de diciembre hizo que esta vez fuera diferente.

Se trataba de un Word de 1 435 001 caracteres con espacios. Al calcular —como lo vengo haciendo desde el 2013— resultaron 956,6 páginas. Una sorpresa, ya que en su mensaje el cliente escribió que eran “unas 400 páginas”. Desde ese momento algo me decía que tuviera cuidado.

¿Cómo mido una página?

Realmente hay diversidad de maneras de establecer la medida de una página. A diferencia del servicio de traducción, en corrección no es usual cobrar por palabras; sin embargo, si me lo piden, considero una página de 240-250 palabras. Para mí, una página se compone de 1500 caracteres con espacios. Esta medida la tomé de colegas del mundo que cobran por matrices (o caracteres con espacios); es que me quedó como lección la vez que una colega creyó en su cliente y al final cobró menos de la mitad por su trabajo, porque este le dijo que eran 300 páginas, cuando en realidad eran más de 600 (el texto lo habían dejado en ¡Arial 9!). Lean a Mariana Eguaras, parece que “contar” de esta forma es muy frecuente.

Volviendo a mi experiencia de diciembre. Lo que decía el mensaje de vuelta fue un duro golpe para mí: “Ya lo están revisando por el 20 % de lo que usted cobra” y “en Argentina”. Inmediatamente, obtuve el 20 % de mi total y lo dividí entre las 956,6 páginas, y resultaba poco menos de un dólar cada página (de las mías). ¿Cómo puede haber tanta diferencia entre uno y otro? Entonces, a una querida amiga argentina le pregunté por WhatsApp si podría ser verdad que alguien cobre así en su país. “Mentira”, respondió, y me pasó el enlace del tarifario sugerido de PLECA —el cual yo conocía, pero había olvidado—.

¿Qué pasó?

Esta fue la pregunta que me hice luego de hablar con mi amiga argentina (y con otro amigo-colega peruano). Qué les falta a mis presupuestos si cada vez que envío uno soy cordial. Si además del costo, incluyo la descripción del servicio, las etapas de la corrección, mi sistema de trabajo; en suma, expongo al detalle la labor que realizaré. Entonces, ¿para esta persona (la de diciembre) esto no fue suficiente? ¿Solo se fijó en el costo?  

Si me hubiera dicho que otra persona le ofreció menos tiempo, no me habría afectado, pues estoy acostumbrada a que los plazos sean siempre mínimos. Para esas 956,6 páginas, yo le propuse 70 días calendario (unas 13,5 páginas por día de trabajo), pensando que esta vez sí valía la pena sacrificar mis domingos, pues sabía de antemano que sería agotador, pero el tema era fascinante; así que me esmeré y cobré lo justo “para que me acepte”, pensé.  

En fin, pasado el fin de año, creo que ese día de diciembre me disgusté en vano. Tal vez lo que me envió como respuesta ese no cliente ni siquiera era verdad. Quizá fue una excusa para que yo le hiciera una contraoferta. No sé. Por ahora deseo que esa persona que estimó trabajar ¿70 días? (o menos) por 956 dólares lo haga bien. Tal vez contrató a un colega de su confianza para corregir a cuatro manos. Ojalá, porque un texto académico, fruto de una investigación, exige un servicio de corrección A1.

Desde esta ventana le deseo a esa persona —si existe— que triunfe tras enfrentarse a las más de 30 páginas de referencias en diferentes estilos (se pedía APA 7); que logre cotejar todas las citas en tiempo record; que no se estrese tanto con las amanecidas; que el autor del libro no le envíe mil cambios a su texto ya revisado; y, sobre todo, que le pague a tiempo.  

Publicado por RedACTE

La Red de Asociaciones de Correctores de Textos en Español (RedACTE) agrupa a las asociaciones de profesionales de Argentina, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, México, Perú y Uruguay, así como representantes de Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y Venezuela. Sus objetivos son favorecer el intercambio académico y profesional, defender los intereses laborales de sus miembros, coordinar acciones culturales y formativas, compartir recursos y, en definitiva, enriquecer y fortalecer una profesión que tiene como denominador común la lengua española y las variantes de esta como su principal riqueza.

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