Por Sofía Rodríguez 🇵🇪
Un grupo de entusiastas nos juntamos en el 2009 para pensar en lo que podríamos hacer para revalorar el oficio de la corrección. Pensábamos que éramos los únicos en el mundo, que nadie más tenía problemas para cobrar; ni siquiera sabíamos definir bien en qué consistía nuestro trabajo, pero queríamos hacerlo visible, que cobrara importancia: deseábamos dejar de ser los seres solitarios que aparecían descritos en algunos libros.
Así empezó todo. En el 2000 comencé a dictar talleres de redacción en una universidad limeña. Para entonces yo era correctora en el diario decano de mi país, El Comercio, donde publicaba un blog llamado Ideas y Palabras; me daba tiempo para sobrellevar la carga laboral y, además, pararesponder las decenas de comentarios de mis lectores.
Una compañera de trabajo —visionaria— me convenció de dictar clases de redacción. Yo era correctora y llegué a la docencia, mi otra pasión, sin darme cuenta. Dudé mucho al principio. Pensaba que ese primer curso no iba a tener acogida, pero me equivoqué: llegó mucha gente a conocer lo que tenía preparado la entonces bloguera que hablaba del lenguaje escrito cada semana en el diario de mayor circulación del país.
Un año después ya estaba preparando el que iba a ser el primer taller de corrección que se dictaría en el Perú. No solo fue el primero, sino el que ayudó a visibilizar de alguna manera la corrección y donde se gestó la Ascot Perú. Lo dicté por ocho años y gracias a él conocí a infinidad de comunicadores, docentes, y a correctoras y correctores; y de ser maestra y estudiantes, cuatro pasamos a ser amigos.

Una tarde, los cuatro amigos tomamos café. Y el café se repitió una vez y otra, hasta que surgió la idea de contactar con más entusiastas como nosotros —para dejar de ser cuatro gatos— y crear una asociación de correctores.
Mi hoy amigo Antonio Martín era entonces presidente de la Unión de Correctores. Le escribí para pedirle consejo, para saber por dónde empezar. Me respondió ese mismo día. Su apoyo y aliento hasta hoy no tienen precio. Antonio Martín es el promotor del asociacionismo y es quien ideó formar una alianza de asociaciones de correctores, la actual RedACTE.
Con las cosas claras ya, convocamos a muchas personas. Varias no respondieron, otras lo hicieron rápidamente. Llegamos a ser once. Cada uno aportó cien soles para juntar fondos; con ese dinero comenzamos; buscamos un nombre; nos registramos como persona jurídica; y la resolución se aprobó el 23 de abril de 2010. ¡Qué día más lindo para nacer!
Ese mismo año celebramos nuestro primer Día de la Corrección en la sala del Instituto Porras Barrenechea (UNMSM). Esa noche llegaron más correctoras y correctores, ya no éramos 11. Esa noche pensamos en organizar el primer encuentro nacional y lo hicimos en febrero de 2011. Antonio Martín llegó pagando sus pasajes Lima-Madrid-Lima para abrir ese evento académico que reunió a más de 200 personas; decenas se quedaron afuera porque el aforo de la Casa de la Literatura no permitía un alma más. Fue mágico sentir que no estábamos solos.
Han pasado 15 años desde ese 23 de abril. En ese camino, vivimos alegrías y penas, como la pérdida de nuestra socia fundadora Úrsula Velezmoro; sumamos más de una centena de socios; congresos internacionales, talleres, cursos y el único diplomado universitario en corrección del Perú. Tenemos una red de amigas y amigos en el mundo, formamos parte de la RedACTE; somos profesionales y vivimos de la corrección con orgullo.
La asociación fundada por once entusiastas es hoy un referente de la corrección no solo en el país, sino en el mundo. ¡Felices 15 años, querida Ascot Perú!

¡Muchas felicidades, Ascot Perú, en su 15.º aniversario!
Amelia Padilla
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