Aún hay quienes piensan que corregir textos es poner puntos y comas y nada más. Quizás son los mismos que creen que ser psicólogo es «darle consejos a la gente» o que los geógrafos «se saben las capitales de todos los países». En fin, de prejuicios está lleno el mundo a la hora de mirar los oficios, incluido el de la corrección.
A algunas personas que me han insinuado que mi labor es poner puntos y comas les he dicho, solamente por ver su cara, que el libro Escritura y universidad. Guía para el trabajo académico, de Gustavo Patiño, tiene casi 400 páginas, o que el Manual de citas y referencias bibliográficas de la Universidad de los Andes, del que Ella Suárez es coautora, tiene casi 200, y estos son apenas dos entre los centenares de libros de referencia a los que el corrector debe dirigirse constantemente.
La anécdota anterior pretende ilustrar que la labor del corrector profesional es amplia y profunda, que su estudio, cultivo y ejercicio sugieren el rigor de muchas otras profesiones y oficios. Sin lugar a duda, la referenciación bibliográfica es uno de los campos de acción que con frecuencia suele dar dolores de cabeza a los correctores. Aunque hay más de cuatro mil sistemas de este tipo, solo con la milésima parte de ese estimado — es decir, con cuatro — tenemos suficientes desafíos.
Y no estoy haciendo referencia necesariamente a APA, Chicago (su manual tiene más de mil páginas) o Vancouver; también pienso en Icontec, MLA, ISO 690, IEEE o Harvard. Cualquier corrector, a menos que trabaje en una editorial especializada — cuando él mismo sea un corrector especializado—, puede enfrentarse a la necesidad de manejar cualquiera de estos sistemas de referencia; incluso podría encontrarse con otros menos comunes en nuestro país, como ANSI, CIERM, IRAM, AMA o Icontec (solo en Colombia).
No se trata, sin embargo, de hacer un inventario de sistemas: como dije más arriba, son más de cuatro mil. Se trata de entender la inmensa responsabilidad que tiene el corrector a la hora de revisar una bibliografía, tarea muy difícil de cumplir si no se dominan los conceptos y las herramientas mínimas necesarias —como los gestores bibliográficos— para hacerlo con la responsabilidad que implica.
El seminario de sistemas de referenciación bibliográfica
Con esas claridades, Correcta ha querido ofrecer a todos los correctores de Hispanoamérica respuestas a aquellas preguntas más habituales que los asaltan cuando están frente al documento: ¿al pie de página o al final del documento?, ¿autor, fecha y página o sin página?, ¿puedo usar ibid.?, entre otras. Además, mostramos herramientas prácticas para que todo ese caudal de información de autores, fechas, editoriales, ciudades, ediciones, etc., no los abrume. Y para ello ha reunido a profesionales idóneos en la materia —como Gustavo y Ella, arriba mencionados.
Quienes ejercemos el oficio de la corrección (no así quienes piensan que esto es poner o quitar tildes y comas) sabemos que las citas y referencias bibliográficas son la mitad — ¡y a veces más! — del trabajo. Pues bien, de algo no hay duda: este seminario permitirá ahorrar a quienes lo tomen muchas horas innecesarias de trabajo en la revisión de bibliografías.
Sin más, he aquí el enlace para inscribirse: https://forms.gle/82s8hcEaztZycriB9
Jaime Pinilla, presidente de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo (Correcta)