¿Es absurdo un manual por cinco días?

Tania Fernández, Panamá

Hace algunos días se conformó un equipo de periodistas, editores y correctores de distintos países que gracias a la tecnología –y a la pandemia– nos organizamos para un trabajo eventual.
La misión del grupo era escribir una serie de textos para una publicación de cinco días solamente. Después de una reunión, se estableció el manual de estilo que usaríamos para llevar a cabo el trabajo. Alguien dijo que era absurdo tener que apegarse a un manual de estilo para una publicación que solo tendría cinco días.
Y aquí aprovechamos este espacio para explicar rapidito un poco sobre las ventajas que se obtienen de los manuales de estilo y sus usos.
Un manual de estilo es una guía fundamental para establecer normas, reglas, parámetros, guías, para que quienes escriben, editan y corrigen el material mantengan el mismo estilo, la misma forma. Los estilos de los libros o los textos son como los estilos de las personas: le dan un toque que los hace distintos, especiales; le ponen un sello, una marca, una forma que los identifica. Por eso, cuando uno conoce el estilo de un autor, identifica su texto, aunque no haya leído su firma.
Por lo tanto, incluso si una publicación es solamente para un día, hay que saber cuál es el estilo que vamos a usar. ¿Y qué es eso? Bueno, el estilo es la forma en que se va a ver el texto y su diseño, pero también su modo en la redacción, las normas ortográficas e incluso sus principios éticos; cómo se van a escribir los números, los decimales, las fechas, las horas, las negritas, las cursivas, las comillas, las siglas. Por más que un texto esté correctamente escrito, respetando las normas de redacción y sintaxis, la ortografía y la gramática, si en el mismo párrafo está escrito de cuatro formas distintas el mismo número o la hora o una obra en cursiva y luego otra en negrita, ahí falta un manual de estilo.
Por ejemplo: es correcto escribir Cicte (Congreso Internacional de Correctores de Textos en Español), pero también vale poner CICTE, así en mayúsculas cerradas. Y también estaría bien poner 6.º Cicte y también 6.º CICTE (para decir que es el Sexto Congreso Internacional de Correctores de Textos en Español).
Igual pasa con las comillas, que pueden ser las comillas inglesas o dobles (“ ”), o las francesas o angulares (« »), y que estaría correcto su uso en ambos casos (aunque en español se recomiendan las angulares), pero quedaría muy mal si en el mismo párrafo se usaran los dos tipos de comillas.
Por eso, entre otras muchísimas razones, siempre que usted vaya a corregir cualquier texto, corto o largo, una nota de prensa o un libro, coordine con su cliente, el escritor, autor o editor cuál será el manual de estilo que usarán. Hay muchos medios de comunicación que ofrecen al público sus manuales de estilo o redacción; como ejemplos están el Manual de redacción de El Tiempo (de Bogotá), El País: Libro de estilo (de Madrid), Manual de Estilo: Guía para escribir en La Prensa (de Panamá). También los hay disponibles en línea y la Real Academia de la Lengua también tiene el suyo: El libro de estilo de la lengua española. Otra alternativa sería establecer –previa coordinación con el autor– en un listado cuáles serán las normas de uso para el estilo del material que va a trabajar. Y no olvide explicarle al cliente –o al autor– de qué se trata y para qué sirve respetar el manual de estilo.

A propósito del Cicte… En la clausura de este excepcional congreso, ya hace unas semanas, los colegas colombianos presentaron una joya que todos debemos tener para consultar: La corrección de estilo en Colombia: Reflexiones y relatos de correctores de oficio. Está en Amazon.

Publicado por RedACTE

La Red de Asociaciones de Correctores de Textos en Español (RedACTE) agrupa a las asociaciones de profesionales de Argentina, Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos, México, Perú y Uruguay, así como representantes de Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá y Venezuela. Sus objetivos son favorecer el intercambio académico y profesional, defender los intereses laborales de sus miembros, coordinar acciones culturales y formativas, compartir recursos y, en definitiva, enriquecer y fortalecer una profesión que tiene como denominador común la lengua española y las variantes de esta como su principal riqueza.

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