“Sidieguismo” y “Sipaolismo”: una precisión importante

Por Gildo Valero Vega (Ascot Perú)

En las últimas semanas, la creación de un término ha acercado lingüísticamente a las ya hermanadas naciones de Argentina y Perú. Se trata de sipaolismo, vocablo futbolístico formado por analogía con sidieguismo. Pero ¿de qué tratan estos términos o qué podemos decir sobre ellos? Veamos a continuación.

Diego Armando Maradona, el astro del fútbol argentino y mundial… En este punto, debo declararme lo totalmente opuesto al fanatismo deportivo; es más, de fútbol sé poco o nada. Lo que me mueve es el interés léxico. Íbamos diciendo: Maradona destacó como figura deportiva y su éxito se replicó, aparentemente, en sus distintas esferas sociales. Parece que a tal punto que su palabra era ley (o poco menos) y que nadie se atrevía a contradecirlo; la mamá inclusive, como declararon sus hermanas a Luis Novaresio en el programa televisivo Debo decir. Esta complacencia con el Diez dio origen al «síndrome» social denominado sidieguismo.

Este término fue acuñado por Aldo Proietto, exdirector del diario deportivo argentino El Gráfico. La formación es sencilla: + Diego + –ismo. Es lo que entenderíamos en la clasificación habitual como un caso de parasíntesis: composición y derivación simultáneas (dos raíces justifican la primera y un afijo, la segunda). Destaca la pérdida del acento del adverbio, muy marcado en su calidad de monosílabo tónico sujeto a la tildación (o atildamiento, como prefiere el Diccionario de la lengua española) diacrítica. Aunque quizá no destaque tanto, habida cuenta de la preferencia del español por los acentos finales (agudas y graves), incluso en formas compuestas. Verbigracia: balón pierde su acento cuando forma el compuesto que da nombre al deporte que nos concierne: balompié (fútbol).

Si bien Proietto fue diligente en la forja del término, considero que no lo fue tanto en la precisión de su uso. Alguien podría alegar que, tratándose de un neologismo, es poco lo que se puede prescribir en cuanto a su modo de empleo. Discrepo. «Pobre Maradona. Endiosado, … contrajo una enfermedad compleja contagiada por su entorno: padece “sidieguismo”», señalaba el periodista. ¿Cómo Diego podría decirle «sí» a Diego?, me pregunto. Sin respuesta, compruebo que, para bien o para mal, la analogía morfológica y semántica echó raíces en tierras (o canchas) peruanas. El periodista peruano Pedro Ortiz Bisso señala en la revista Sudor (11/9/22): «Si Maradona sufría de “sidieguismo”, el mal que aqueja a [Jefferson ‘Jeffry’] Farfán podríamos bautizarlo benévolamente como “sijeffrysmo”». El hecho está consumado. 

Recientemente, a propósito de las idas y venidas en la contratación de Paolo Guerrero (capitán y máximo goleador de la selección peruana) en un nuevo club deportivo, salió a relucir la excesiva complacencia que le deparaban no solo hinchas, sino también sus futuros empleadores y líderes políticos. Ha nacido el sipaolismo y de él da cuenta también Ortiz Bisso (El Comercio, 18/2/24).

Sobre estos términos, vale precisar que no definen un «síndrome» que afecte directamente a los astros deportivos, al menos no directamente. Esta condición «afecta» a sus seguidores, quienes, víctimas de un embelesamiento, solo saben de acatar pedidos, de decir «sí, señor» (o chicheñó, como cómicamente documentara el tradicionista peruano Ricardo Palma en referencia a personas incapaces de negarse a cualquier petición). Como se ve, los futbolistas no padecen esta condición; antes bien, sacan ventaja o se benefician de ella.

Para cerrar, anotaré que esta formación no es exclusiva del ámbito deportivo, si bien en este es muy productiva. En la política argentina se documenta con anterioridad la forma análoga sirraulismo, en referencia al expresidente Raúl Alfonsín. Posteriormente y con el mismo cuño, se han formado sicarlismo, sicristinismo y sialbertismo, referidos a los expresidentes Carlos Menem, Cristina Fernández y Alberto Fernández, respectivamente. Llama la atención (ahora sí notablemente) que todos estos términos, tanto los referidos a políticos como los relativos a deportistas, tienen base en los nombres de pila y no en los apellidos, como podría ser esperable, al menos en espacios formales.

Los si-…-ismos, a diferencia de sus «víctimas», tenían mucho más que decir que solo «sí».

Publicado por RedACTE

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