El lado humano de la corrección

Infinidad de veces, al leer lo que solíamos llamar tarjeta de presentación, muchas personas me preguntaban cuál era mi trabajo, incluso querían saber qué vendía. Por suerte, esos cartoncitos dejaron de usarse; digo suerte porque eran tan pequeños que no cabía mucha información. En mis inicios, varias librerías de mi ciudad me permitieron dejar mis tarjetas en algún lugar visible del local; por ese medio, conocí a varios de mis buenos clientes e incluso cultivé amistades que hoy perduran. Pero eran otros tiempos, ya no hay que ir repartiendo tarjetas o folletería. Hoy la corrección se ha posicionado y el desarrollo tecnológico ha sido y es un aliado.